La llegada de menores extranjeros a Gipuzkoa se ha frenado en seco. Lejos quedan ya las noticias sobre centros de acogida saturados, amotinamientos de algunos adolescentes rebeldes o las quejas de los educadores «quemados» con su trabajo. La crisis económica ha provocado que el panorama actual no tenga «nada que ver» con el que se vivía hace apenas tres años. La cifra de menores acogidos se ha reducido a la mínima expresión. Si en 2008 la Diputación acogió a 225 nuevos menores inmigrantes no acompañados y atendió ese año a un total de 371 (en junio se ocupó de 221), en lo que va de 2011 la cifra se reduce a 22 llegadas y 77 menores atendidos.
El freno en la llegada de chavales extranjeros ha coincidido con un aumento de más del 50% en la acogida de menores autóctonos en situación de desprotección. En este caso, el aumento se debe «a que los mecanismos de detección de la desprotección funcionan cada vez mejor», asegura Jon Lasa (Bildu), director foral de Derechos Económicos, Protección a la Infancia, Inserción Social y Empleo.
Esta nueva realidad ha provocado que el Departamento de Política Social haya comenzado una reordenación de los actuales recursos. De entrada, tres centros de acogida destinados a menores extranjeros se reconvertirán en centros de atención a chavales autóctonos.
«La situación en Gipuzkoa es nueva», asegura Jon Lasa. Pero la realidad compleja que hace que estos chavales emigren es la misma. Cuando a esas edades la mayoría de menores autóctonos viven pensando en los estudios y los primeros escarceos amorosos, ellos abandonan su país -la mayoría llegan desde el Magreb- huyendo de la pobreza con el objetivo de encontrar trabajo para enviar dinero a sus familias o para labrarse un futuro mejor. Muchos hacen este viaje en los bajos de un camión.
Así lo han hecho en los últimos años, en los que Gipuzkoa se convirtió en uno de los lugares de destino más recurrido. La cifra de menores acogidos en el territorio fue in crescendo hasta que en 2008 tocó techo con 225 nuevos chavales y un total de 371 atendidos. «Hubo una avalancha inesperada y los centros de acogida no estaban preparados», recuerda Lasa.
La realidad actual, en cambio, poco tiene que ver. De hecho, probablemente este año no llegarán a Gipuzkoa ni cincuenta menores a los recursos de acogida de la Diputación. «La cifra es menor que la de 2003», añade Jon Lasa. En lo que va de año, la red de acogida foral tan sólo ha recibido la llegada de 22 nuevos chavales inmigrantes.
A juicio del departamento de Política Social, «los menores son conscientes de la crisis económica y por eso vienen menos. Suelen ser chavales bastante informados de dónde hay más posibilidades». Según explica Lasa, tienen conocimiento de prácticas de menores que, tras pasar un tiempo en Gipuzkoa, ahora optan «por moverse a países del norte de Europa, en busca de mejores condiciones».
Esta menor llegada de menores extranjeros ha conllevado además una bajada de la conflictividad que, en algún momento, se asoció a esos chavales. «No tenemos constancia de que ahora haya conflictos. En su día surgieron por aquella avalancha de menores a un sistema de protección que no estaba pensado ni planificado para atender a todos los que vinieron. Probablemente, la respuesta no fue la más adecuada».
De 2008 a la actualidad, según Lasa, se ha ido configurando «una respuesta más adecuada gracias a un mayor conocimiento de los menores extranjeros. Todo está bastante mejor ordenado y la conflictividad es muy poca, aunque siempre hay quejas de algún vecino. Un piso de acogida de este tipo es como una vivienda con una familia numerosa y siempre hay más ruidos».
Si la creciente llegada de menores inmigrantes obligó a la Diputación a hacer un esfuerzo en recursos, el nuevo escenario hace que las cosas cambien. Ya no son necesarios tantos centros para atender a los menores inmigrantes. «Pero no se va a cerrar ningún recurso ni se va a dejar de contar con las entidades y profesionales que se ocupan de su gestión», recalca Lasa.
De hecho, se van a «reconvertir». Tres centros de acogida de menores extranjeros no acompañados -ubicados en Aia, Errenteria y Azpeitia- se destinarán ahora a la red de atención de los menores autóctonos. «Lo curioso es que hay un cambio de tendencia. Así como la cifra de menores extranjeros acogidos está bajando, la de autóctonos está creciendo», añade Lasa. En su opinión, este repunte de atención a chavales autóctonos «se debe a que se han afinado las medidas de detección de situaciones de desprotección y maltrato, tanto en los servicios sociales, como en el ámbito de la sanidad y educativo». Además, consideran que la crisis económica pudiera estar detrás de alguno de esos casos de desprotección.
En concreto, si a 31 de diciembre de 2005 había 329 menores autóctonos tutelados por la Diputación, la cifra ha ido creciendo y en la actualidad hay 475.
Con este cambio de tendencia, quedarán en Gipuzkoa cinco centros de acogida específicos para menores inmigrantes, a los que hay que sumar otros dos de emancipación y otros diez pisos para chavales con problemas de conducta, en los que conviven inmigrantes y locales.
Sube la edad media
Cuando un menor extranjero llega a Gipuzkoa y se detecta su situación de desamparo entra en juego el sistema de acogida foral. «La Ertzaintza los deriva a uno de los tres centros de acogida de urgencia para todo tipo de menores, donde se les hace una primera valoración», explica Lasa. Pasado uno o dos meses, pasa a un centro de acogida para menores extranjeros, en el que convive con menores de 13 a 18 años.
Una vez que cumple la mayoría de edad, teniendo en cuenta el recorrido educativo y personal de cada joven, tienen la posibilidad de pasar a un piso de emancipación entre los 18 y 23 años. «Dejan de estar bajo el sistema de protección de menores de la Diputación, pero dependen del departamento de Inserción Social. Allí continúan con sus estudios y se preparan para una vida independiente», explica Lasa.
El perfil de los menores extranjeros no acompañados que llegan a Gipuzkoa es el de chavales que se quieren labrar un futuro. «Todos vienen con la idea de trabajar para mandar dinero a sus familias, pero muchos se encuentran con la dificultad de que hasta los 16 años legalmente no se puede trabajar. Esto crea en algunos casos mucha frustración».
La mayoría de los menores inmigrantes no acompañados que llegan a Gipuzkoa llegan desde el Magreb, aunque hubo un momento en que vinieron algunos subsaharianos.
En la actualidad, la edad media de llegada es de 15-16 años, aunque hubo un momento en que llegaban chavales hasta de 13 años. La inmensa mayoría de acogidos son chicos, aunque entre los 77 acogidos ahora hay seis chicas.(diariovasco.com)
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