Más de 15 mil niños centroamericanos con el afán de reencontrarse con sus padres y alcanzar el sueño americano y que viajaban solos intentaron traspasar fronteras en los últimos cuatro años y medio, pero no lo lograron: fueron deportados. Nadie sabe cuántos lograron llegar a Estados Unidos, cuántos trabajan ahora en territorio mexicano o cuántos murieron en el camino, pero la migración de “menores no acompañados” es un fenómeno que inquieta a las autoridades migratorias de México.
“Los padres que se fueron hace algunos años ven con más dificultad la migración circular, que les permitía ir a la boda de sus hermanos, a visitar, a la graduación de sus hijos. Ahora (calculan) lo riesgoso (que es) poder regresar a Estados Unidos. Es un volado con cada vez menos probabilidades de éxito”, dice Rolando García, coordinador de Relaciones Internacionales de Instituto Nacional de Migración (INM)
“La ruta de la muerte” que siguen los más de 400 mil indocumentados que año con año ingresan a México por la frontera sur —la mayoría con el objetivo de llegar a Estados Unidos— se va nutriendo cada vez más de pasos cortos y aventurados, dispuestos a correr el riesgo de caer en manos de las bandas que trafican con personas, con fines de explotación sexual y laboral.
El camino de estos pequeños migrantes está minado de secuestros, violaciones e incluso de la propia muerte, bebés son entregados a “polleros”
El INM reporta que del 2007 a julio del 2011, 65% de 23 mil 615 niños centroamericanos que fueron deportados a sus países de origen viajaban por su cuenta, sin la compañía de un adulto.
A esos 15 mil “menores no acompañados” que fueron expatriados por las autoridades mexicanas en los últimos cuatro años y medio hay que sumarle 2 mil —la mayoría centroamericanos— que repatria el gobierno estadounidense en promedio cada año, esos miles de pequeños sueños rotos alcanzan a verse en los reportes oficiales de México y Estados Unidos.
El total de niños viajeros deportados por las autoridades migratorias pasó de 4 mil 113, en 2009, a 4 mil 850, en 2010. Es decir, se incrementó 18%.
Sin embargo, es el flujo de los que viajan solos, el de los no acompañados, el que se disparó en 44%, de mil 991 niños a 2 mil 869, en el mismo periodo.
En lo que va de 2011 se han deportado 2 mil 259 niños acompañados y mil 525 menores no acompañados.
Aunque no hay cifras nacionales que reporten los motivos de la migración infantil, Gabriela García Solís, oficial de Protección a la Infancia en Tapachula, Chiapas, establece que, en su experiencia, “60% de los niños buscan la reunificación familiar; 25%, un mejor nivel de vida; 10% huye de situaciones de conflicto —como Los Maras— y 5% va en busca de aventura, sólo por ver qué se siente”.
“Ya vienen con la mentalidad que les puede pasar algo malo. Vienen preparadas para bloquear lo que pase en el camino”, detalla García Solís.
No es para menos. Activistas señalan que las niñas migrantes son presa fácil de una larga lista de agresores potenciales: polleros, compañeros de viaje, agentes de migración, policías municipales y federales, bandas delictivas, pobladores locales.
Alrededor de 18 de cada 100 menores que viajan solos son niñas. De ellas, dos tienen menos de 12 años. De 2009 (año a partir del cual las niñas figuran en las estadísticas) a la fecha, el INM ha repatriado a mil 139 menores del sexo femenino.
Las autoridades estadounidenses reportan que son niñas 24% de los más de 8 mil menores migrantes no acompañados que son captados en su territorio cada año.
El Universal
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